19 de marzo de 2008

Un pogo en memoria Guinzburg

No hubo vallas, ni policías, ni despliegue de producción. Hubo una necesidad, una buena idea y una danza elegida para celebrar una despedida. A cinco días de la muerte de Jorge Guinzburg, sus fans organizaron algo así como el ritual del adiós a cielo abierto: pusieron el cuerpo -básicamente el alma- en el baile que el conductor lideraba cada mediodía en sus Mañanas informales (Canal 13). Justo en el día en que su programa iba a comenzar su cuarta temporada -aún con fecha incierta-, ayer a las 12 hubo pogo en el Obelisco. Hubo dolor, disfrazado de alegría.

La convocatoria comenzó a circular por internet en la noche del jueves, con un mail que iba tejiendo una cadena a fuerza de reconocimiento: "Nunca vamos a olvidar lo informal que nos hiciste ver las mañanas... El lunes 17, todos al Obelisco para decirle chauuu a un grande, simplemente chauuu a un amigo".

A las 11.30 de ayer, cuando todavía no había llegado ninguna de las cámaras que luego sí registraron la ceremonia popular, un chico con bermudas de jean, musculosa naranja y un auricular clavado en la sien fijó el punto de encuentro. Se sentó de cara al Obelisco -aprovechando, de paso, los rayos de sol que todavía regala el verano-, esperando que "comience a caer la gente. El viernes escuché en la radio que se estaba armando esta movida y me vine. El petiso era un gigante que te hacía cagar de risa. Se merece una fiesta", entendió Guillermo Ferradías, el primero en llegar a la Plaza de la República.

Ni él ni ninguno de los otros seguidores de Guinzburg -murió a los 59 años, por una severa afección pulmonar- llevaron pancartas ni fotos que reprodujera su estampa. El sentimiento mandaba. A las 12 en punto, unas 200 personas -a las que se fue sumando gente que, en medio de la aventura de cruzar la 9 de Julio, quiso ser parte del homenaje- se mezclaron en un pogo (danza de todos contra todos) sin música preparada. Primero fue un grito, más de desahogo que de acompañamiento, que repetía su nombre hasta el cansancio. Con el correr del reloj, las distintas voces articularon eso de Ole olé, olé olé olá, a Jorge Guinzburg no lo vamos a olvidar, olé olé, olé olé olá..., en el que se mezclaban adolescentes, mujeres con niños, algunas abuelas, hasta algún turista salpicado por la emoción de los que rendían su tributo.

Si bien en la TV el momento del pogo duraba algo más de un minuto, ayer el ritual se repitió varias veces a lo largo de 40 minutos. Entre un pogo y otro, un aplauso potente, conmovedor, imposible de disfrazar. Merecido.

Fuente: Diario Clarín

No hay comentarios.: