Sus viejos vecinos ya no están. Ahora los reemplazan inmigrantes Hmong, del sudeste de Asia, y él los desprecia. Detesta casi todo lo que vé: los aleros caídos, los pastos crecidos, las caras extranjeras que lo rodean; las pandillas Hmong que actúan sin un porqué, los adolescentes latinos y africanos que se piensan dueños del barrio; sus hijos, convertidos en verdaderos extraños para él. Walt simplemente deja pasar su vida esperando el fin… hasta que alguien intenta robarle su auto Gran Torino del ’72.El auto reluce tanto como el día en que Walt mismo ayudó a sacarlo de la cadena de montaje, décadas atrás. Cuando una banda de pandilleros Hmong presiona a Thao, el adolescente y tímido vecino de Walt, a que robe el Gran Torino, pero Walt no va a permitir eso. Se interpone, evita el robo y enfrenta a la pandilla. Así se vuelve el héroe del barrio –sin demasiado entusiasmo para él– especialmente de la madre y de Sue, la hermana mayor de Thao, que insisten en que el chico trabaje para él, a manera de retribución. A través de la incansable amabilidad de esta familia, Walt comienza a comprender algunas verdades de la gente que vive al lado suyo, y sobre sí mismo. Esas personas tienen más en común con Walt que él con su propia familia.
Nuestra opinión: n n n n n
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