22 de abril de 2009

El mejor mundo posible

A punto de dejar la infancia, una niña de catorce años ha construido a su alrededor un mundo espléndido, a medias real, a medias imaginario. No le faltan razones para refugiarse en él: su padre ha desaparecido misteriosamente, y aunque supone que está muerto, algunas noches se le aparece en su habitación. Mientras, su madre enferma, apenas se levanta de la cama. Y peor suerte tuvo su abuela: no logró sobrellevar lo que consideraba una vergüenza familiar, y murió bajo ese peso.

En contrapartida, cuenta con un abuelo tan entrañable como extravagante; con una vecina díscola que se niega a vender su casa para que se construya un inmenso resort y que pena por la ausencia del hombre ideal; con un joven vecino, buen mozo y músico, que se lanza a conquistar París con su arte.

Dueña de una imaginación voraz y deliciosa, y de un singular sentido del humor, se siente en medio de un torbellino, decidida a absorberlo y entenderlo todo. Sospecha que eso es el mundo adulto, con sus pasiones extremas, y a menudo incomprensibles, con raptos de dicha y sufrimiento, que llegan y parten de improviso. Y sospecha, desde el principio, que debe entender el amor, un estado más que un sentimiento, un territorio a conquistar y defender con todas las fuerzas que logre reunir.

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