8 de septiembre de 2011

Sin límites

Eddie Morra cobró y gastó el adelanto de su próximo libro pero sufre del síndrome de la hoja en blanco, no tiene motivaciones para escribir, los cierres editoriales le pisan los talones y su presente amoroso se está desmoronando. De entre todos los encuentros fortuitos y las relaciones pasadas olvidadas, la más intrascendente de ellas -un ex cuñado- lo pondrá de cara a la solución ¿perfecta?: el NZT, una droga experimental que magnifica los sentidos y potencia el desarrollo cerebral. Las neuronas se transforman en verdaderas súper computadoras capaces de procesar inmensas cantidades de información, datos, idiomas, fechas y lugares. El cerebro comienza a reciclar, recuperar y aplicar conocimientos, recuerdos y acciones que ni siquiera Eddie sabía que estaban allí ocultos, latentes, esperando a ser tenidos en consideración. Su destreza en los negocios, la compra venta de acciones y los juegos financieros llaman la atención del magnate Carl Von Loon, quien lo tienta a ser parte de la fusión más importante del mercado norteamericano. Las complicaciones surgen cuando su suministro de NZT empieza a escasear y las imprevisibles consecuencias físicas comienzan a hacerse notar.

Dirigida por Neil Burger, el mismo realizador de la muy recomendable “El ilusionista”, y basada en el libro “The dark fields” de Alan Glynn, el relato tiene su génesis con Morra al límite de la presión, parado al borde de la cornisa y dispuesto a caer más de veinte pisos y dejar sus entrañas desparramadas por la vereda. Enseguida, viajamos un par de semanas al pasado a través de un eterno e inquietante zoom-in que sirve de telón de fondo a los títulos de apertura. Este original guión adapta con sumo cuidado la versión literaria de la historia y Burger traduce las palabras en cuidados efectos visuales que describen la sobre estimulación sufrida por Morra. Bradley Cooper, quien aquí también oficia de productor, no será un gran intérprete pero en este caso se ajusta a las necesidades del relato con mucha solvencia. La banda sonora y la edición (dinámica, a veces perturbadora) también son elementos que apuntalan el producto final.

Nuestra opinión: Buena

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