En busca de un departamento más amplio, la doctora Juliet –capaz de dormir en medio de las peores condiciones- da con el lugar ideal en Brooklyn: un espacioso piso ubicado en un ruidoso edificio, hecho que no parece preocuparla y que garantiza un alquiler económico. El dueño del inmueble, un hombre retraído y seductor llamado Max, vive allí junto a su padre y será quien ayude a Juliet en la mudanza. Sin embargo, Max esconde mucho más de lo que demuestra y su obsesión por la mujer de la que se enamora lo llevará a cruzar los límites de la privacidad.
La histórica productora dedicada al cine de terror Hammer Films vuelve al ruedo con esta historia protagonizada por Hilary Swank (también productora ejecutiva de la cinta), Jeffrey Dean Morgan y una breve participación de Christopher Lee, cuya presencia ya no es lo tenebrosa que solía ser años atrás.
La endeble y remanida trama hubiera tenido visos más creíbles de haber contado con una actriz un tanto más joven que interpretara el papel de víctima acosada por su locador. Asimismo hay elipsis temporales inexplicables, notorios problemas de edición y una previsibilidad maravillosa.
Los 87 minutos de duración parecen estirarse más allá de lo tolerable: con una buena liposucción y algunos tijeretazos certeros “Invasión a la privacidad” podría haber sido un correcto mediometraje. Para psicópatas con problemas familiares que se dedican a espiar a mujeres desprevenidas alcanza y sobra con Norman Bates.
Nuestra opinión: Regular
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