Julia se entrega a la policía y es enviada en la unidad penitenciaria 31 de Ezeiza, donde se alojan las reclusas madres o embarazadas. Allí pasa los días iniciales abstraída y ajena, como si el hombre que asesinó y el hijo que espera fueran cosas irreales, cosas de otro.
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El hijo nace, se llama Tomás. La crianza en la cárcel es difícil. Sin embargo, Julia comienza a sentirse madre casi sin quererlo. Comprende que lo único que le importa es la nueva criatura que ahora la acompaña, que no hay para ella más vida que la de ese niño.
Pablo Trapero (Mundo Grúa, El Bonaerense) no encara esta dura historia con el morbo o el golpe bajo previsible, sino que lo aborda desde el dolor de las madres que deben criar a su hijos lejos de la libertad que merece la niñez. Profundo drama, interno y externo, de estos personajes, muchos de ellos encarnados por verdaderas reclusas y celadoras de las más de tres unidades penitenciarias donde se rodó la película.
Martina Guzmán se consagra en esta pieza, de la cual fue además productora ejecutiva, y el brasileño Rodrigo Santoro demuestra que bien puede ser efectivo en piezas menos comerciales como lo fueron sus trabajos en "300" y su breve paso por la isla de Lost.
Nuestra opinión: n n n n n
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