16 de diciembre de 2007

Entrevista a Jennifer López

Diva. Cuatro letras. Todas aquí, sentadas a medio metro de este cronista que intenta no transpirar. Elegante, delicada, la dama huele rico, viste bien y, aunque está cerca, podría estar a miles de kilómetros. Ella es Jennifer Lopez, la que combina un glamour sacado de libros de diseño de cine de los años '50 con un look, que si uno mira por debajo del maquillaje, retoques diversos y ropa de Oscar de la Renta, deja entrever el barrio, la comunidad boricua neoyorquina en la que creció.

Y eso no tiene nada de malo para ella. Al contrario. Al menos en público, se la pasa hablando maravillas de comunidad, de los latinos y de su esfuerzo constante por trabajar para los hispanos. Eso sí, no le pidan mucho que hable en castellano porque el asunto se le vuelve un poco complicado. Como en sus canciones: Lopez es latina, pero hasta ahí. Cuando conviene. Y hoy, aquí, en una habitación de un lujoso hotel del Mitte berlinés, Lopez se pone en rol power-latino, como cuando saca un disco en español o pone su dinero en una "causa justa".

J-Lo está aquí para el estreno mundial de Bordertown: ciudad al límite, un filme de Gregory Nava que se estrena en la Argentina este jueves y que tiene como centro el mundo de la prostitución, la desaparición y el asesinato de cientos (tal vez miles) de jóvenes mujeres en Ciudad Juárez, en el norte de México. Un proyecto comercialmente difícil que, dice, no se hubiera podido filmar sin hacer uso de la popularidad de sus protagonistas.

"La fama me sirve para cosas como ésta —dice Jennifer, que ya tiene 38 años—. Atrae la atención de la gente y uno trata de usarla para sacar adelante proyectos como éste". Lopez cuenta que, para convocar a Antonio Banderas —que hace un papel secundario en el filme— tuvo que llamarlo personalmente y convencerlo. "El estaba muy ocupado, con mucho trabajo —cuenta—. Lo llamé y le dije: Tenés que hacer esta película. Y encontró un hueco en su agenda, vino unos días y aportó lo suyo. Fue genial tenerlo".

En el filme —que tuvo una recepción bastante fría en la Berlinale, donde se presentó, equivocadamente, en la sección competitiva—, Lopez encarna a Lauren Adrian, una periodista de Chicago que viaja a la frontera entre los Estados Unidos y México para investigar sobre los asesinatos de mujeres que ocurren en el límite entre Ciudad Juárez, en México, y El Paso, Texas. Un tema que azota a buena parte de la zona norte de México y que, con esta película, Lopez intenta mostrar a la comunidad internacional.

"Lauren es una mujer dura, algo brutal y exigente —dice—. Tiendo a pensar que yo soy un poco más elegante y tranquila. Pero disfruté interpretando a una reportera. Me gustó la idea de hacer algo que ayude a marcar una diferencia en la vida de la gente".

El personaje que interpreta, sin embargo, refuerza la imagen que muchos tienen de Jennifer: dura, persistente, mandona; en otras palabras, diva. "Mucha gente me ve de esa manera, lo sé —explica—. Es por eso también que he trabajado en varias comedias, que trato de mostrar la parte dulce que hay en mí. Pero no pienso los papeles que hago por una cuestión de imagen. Me meto en los proyectos que me apasionan.

"Lopez dice que, pese a la fama conseguida, le ha costado —y le sigue costando mucho— llevar sus proyectos adelante. "Me costó muchos años juntar el dinero para hacer Bordertown —explica—. Y lo mismo me pasó con El cantante. Podés ser una estrella, pero eso no te asegura que se te van a abrir todas las puertas para hacer lo que querés".

Tiempo para una última pregunta. ¿Leés todo lo que se escribe sobre vos? ¿Qué opinás de las cosas que salen? "Sinceramente, si la mitad de las cosas que se han escrito sobre mí fueran verdad, no podría trabajar en esta industria —se justifica—. En mi carrera, hice veinte películas y saqué seis discos. Soy una luchadora y lo voy a seguir siendo. Y sé que para muchas chicas soy un rol a seguir. Y eso es toda una responsabilidad para mí".
Fuente: Diario Clarín

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