Ocho meses atrás, Becca y Howie perdieron a su único hijo en un inexplicable accidente. Intentando superar el dolor, tratan de actuar una vida normal, encauzando sus existencias del modo en que lo hubieran hecho de no haber ocurrido aquella desgracia de la que casi no hablan. Sin embargo, la salida de este laberinto de culpas, dolor, recriminaciones, ira y palabras jamás dichas parece no estar a la alcance de la mano. Ni siquiera las terapias o los grupos de ayuda mejoran en algo la disparidad con la que cada uno se enfrenta a la memoria de su hijo.
El laberinto es la adaptación de “Rabbit hole” la obra de David Lindsay-Abaire ganadora del Premio Pulizter en 2007, en este caso dirigida por John Cameron Mitchell, el mismo de la jugada “Hedwig and the angry intch” y el drama cuasi pornográfico “Shortbus”.
Nicole Kidman, en una senda que la hará volver a su exitosa y prometedora carrera pre-botox y con nominación al Oscar incluida, se compromete de tal modo con la historia de Becca que la atmósfera de profundo padecimiento, interno, intenso, se transmite de principio a fin. No hay un instante en que veamos a esa mujer poder quitarse el peso de la ausencia de su hijo. Incluso la conflictiva relación con su madre (Dianne Weist) se basa en la incomprensión que ambas presentan a la reacción de la otra frente a la muerte. Las mayores contradicciones pasan por el lado de Becca y no tanto por Howie (Aaron Eckhart), hombre decidido a tener otro bebé y recomenzar su vida.
Nuestra opinión: Muy Buena
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