Sobre la faz de la Tierra siempre existieron dos especies dominantes: los hombres y los vampiros. Jamás convivieron en armonía y después de siglos de una brutal guerra la humanidad derrotó finalmente a sus enemigos más temibles.
Sólo unos pocos vampiros sobrevivieron a la purga salvaje y fueron relegados a un confinamiento extremo y eterno en unas reservaciones aisladas. Para ese entonces, con un plantea destrozado por completo, los hombres se refugiaron en amuralladas ciudades protegidas por la Iglesia. Los Sacerdotes, hombres y mujeres convertidos en héroes durante la feroz batalla, dejaron de ser útiles a los propósitos de sus jefes y fueron relegados a tareas humillantes, mal pagas y rechazadas por el resto de la sociedad.
La monotonía es interrumpida cuando llegan novedades desde uno de los puestos de control desperdigados por el páramo: la sobrina de un ex Sacerdote (Paul Bettany) fue secuestrada por un grupo de vampiros fugitivos. Sin contar con el apoyo de sus superiores, él rompe sus votos sagrados y emprende la búsqueda de lo que queda de su familia valiéndose de la ayuda del sheriff de la región (Cam Gigandet, “Noches de encanto”) y una antigua Sacerdotisa (Maggie Q, “Nikita”).
La misma dupla que el año pasado llevó adelante “Legión de ángeles” decidió protagonizar y dirigir esta cinta en un intento de potenciar aún más esa experiencia que mezclaba asesinos, ítems religiosos y seres endemoniados.
Aquí, sin embargo, el (deficiente) uso del croma para las escenas de acción, una caracterización poco sorprendente de los vampiros no videntes y las insípidas historias de amor que se vislumbran, no ayudan demasiado. Poco es lo que la dupla Bettany-Q pueden hacer al respecto.
Nuestra opinión: Regular
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