A todo se acostumbra el hombre, asevera un dicho popular que, en este caso, será muy difícil llevar adelante. Es que 24, una de las series más adictivas de la historia de la TV, llega hoy, a las 23, por Fox, a su último capítulo. La hora final, definitiva, después de ocho temporadas en las que el agente especial Jack Bauer salvó -al menos ocho veces- a los Estados Unidos, y de peligros que fueron desde la contaminación de toda el agua de Los Ángeles hasta una detonación nuclear en pleno Nueva York.
Interpretado por Kiefer Sutherland -que también fue productor de la serie- el mejor hombre de la Unidad Antiterrorista nunca se anduvo con chiquitas a la hora de arrancar una confesión, característica que le valió a 24 toda una gama de polémicas acerca de su validez moral. Lo que nadie pudo discutir fue lo impecable de su realización, y la precisión matemática con la que se construyeron sus guiones. La originalidad de la serie fue proponer una acción en tiempo real: cada temporada era, en la ficción, un día; cada capítulo, una hora de esa jornada. Y la pantalla, partida en tres o en cuatro en determinados momentos, acentuaba el carácter adrenalínico de la situación.
Ahora, Jack está en serios problemas. Mucho más serios que todos los que enfrentó antes. Desenfrenado en la tarea de vengar la muerte de una agente del FBI que, además, fue su última relación sentimental, viene asesinando -y torturando- a todos los implicados en una conspiración que incluye al premier ruso, a un ex presidente de los Estados Unidos y a la mismísima actual presidenta de su país.
Prófugo de todo y de todos, el antihéroe puso entre la espada y la pared a la que, hasta ahora, fue su colaboradora más incondicional: Chloe (Mary Lynn Rajskub), la analista de sistemas elevada a jefa de la Unidad Antiterrorista. Es decir, quien debe perseguirlo y, así como están las cosas, apresarlo antes de que los demás lo maten.
¿Logrará sobrevivir esta vez Bauer? ¿Podrá, aunque sea en su último aliento, develar al mundo las mentiras de su gobierno? ¿Tendrá que cambiar de identidad y olvidarse de un tranquilo retiro junto a su hija y nieta? ¿Sería justo que lo lograra? 24: definitivamente, la vamos a extrañar.
Fuente: Diario Clarín
Interpretado por Kiefer Sutherland -que también fue productor de la serie- el mejor hombre de la Unidad Antiterrorista nunca se anduvo con chiquitas a la hora de arrancar una confesión, característica que le valió a 24 toda una gama de polémicas acerca de su validez moral. Lo que nadie pudo discutir fue lo impecable de su realización, y la precisión matemática con la que se construyeron sus guiones. La originalidad de la serie fue proponer una acción en tiempo real: cada temporada era, en la ficción, un día; cada capítulo, una hora de esa jornada. Y la pantalla, partida en tres o en cuatro en determinados momentos, acentuaba el carácter adrenalínico de la situación.
Ahora, Jack está en serios problemas. Mucho más serios que todos los que enfrentó antes. Desenfrenado en la tarea de vengar la muerte de una agente del FBI que, además, fue su última relación sentimental, viene asesinando -y torturando- a todos los implicados en una conspiración que incluye al premier ruso, a un ex presidente de los Estados Unidos y a la mismísima actual presidenta de su país.
Prófugo de todo y de todos, el antihéroe puso entre la espada y la pared a la que, hasta ahora, fue su colaboradora más incondicional: Chloe (Mary Lynn Rajskub), la analista de sistemas elevada a jefa de la Unidad Antiterrorista. Es decir, quien debe perseguirlo y, así como están las cosas, apresarlo antes de que los demás lo maten.
¿Logrará sobrevivir esta vez Bauer? ¿Podrá, aunque sea en su último aliento, develar al mundo las mentiras de su gobierno? ¿Tendrá que cambiar de identidad y olvidarse de un tranquilo retiro junto a su hija y nieta? ¿Sería justo que lo lograra? 24: definitivamente, la vamos a extrañar.
Fuente: Diario Clarín
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