29 de diciembre de 2009

Un mar de memoria

Mar del Plata es una de las ciudades argentinas más visitadas, más fotografiadas, filmadas, descriptas y narradas. Durante décadas fue un lugar anhelado: la ciudad que había que conocer, la experiencia de veraneo que había que tener. Fue un punto de encuentro y de mezcla de los argentinos, que llegaban desde todos los puntos de la república para admirarla. La recorría con placer y orgullo, y regresaban a sus lugares de origen y narraban esa satisfacción. Lo cual hacía que más y más quisieran ir, en un círculo virtuoso que acompañó el crecimiento de la Argentina.

Estos visitantes, naturalmente, tenían una vivencia sesgada de la ciudad. A sus espaldas, delante de ellos aunque quizás sin apreciarlo, Mar del Plata crecía y se afirmada los doce meses del año, no sólo durante el verano. Esto es algo obvio, pero no siempre se considera: la coexistencia de la ciudad turística y no-turística, el mundo del ocio y el mundo del trabajo.

Un mar de memoria es un reflejo de Mar del Plata como totalidad. En primer plano, por supuesto, la ciudad del veraneo, con sus playas y el casino, con las ramblas (la actual y las de comienzos del siglo XX), los hoteles y la sociabilidad que se desplegaba en estos escenarios. Pero también con el trabajo y la política, con esa escena menos recordada y que al cabo resulta clave para entender el desarrollo de una metrópolis.

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