Como es natural, la obra muestra ciertas preocupaciones muy de época, aunque perfectamente válidas hoy en día, pero también pone de manifiesto una vertiente de Sartre, la de guionista cinematográfico, que nunca llegó a desarrollarse, y que resulta por demás interesante.
Ambientado en una colonia malaya donde se declara una epidemia de tifus, su planteamiento recuerda a otras obras anticoloniales de la época, pero invita también a ser leído en paralelo a La peste de Camus. Para llevar a cabo su acerba crítica social, Sartre se sirve de algunos personajes arquetípicos, como la mujer de dudosa reputación que demuestra una mayor estatura moral que los burgueses acomodados o el borracho despreciado por todos, verdadera piltrafa humana que sin embargo será el único capaz del más sublime sacrificio.
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