Hollywoodland de la década del 20, era la Tierra Prometida para aquellos actores, músicos y bailarines que soñaban con convertirse en artistas de renombre internacional. La famosa estrella del cine mudo George Valentin se encuentra en medio de un matrimonio infeliz, una carrera ascendente y un enamoramiento con Peppy Miller, una extra que muy pronto se convertiría en la máxima figura de la industria cinematográfica. La llegada de las películas sonoras y su negativa a subirse al tren de la modernidad, harán que Valentin caiga en el ostracismo absoluto y que ya nadie recuerde su nombre.
Este homenaje a los inicios de la industria llega a las salas locales exactamente una semana después de que “La invención de Hugo Cabret”, otra celebración cinéfila, debutara con números por debajo de los esperados. Rodada en blanco y negro, sin diálogos (los intertítulos nos ponen de manifiesto las palabras que permanecerán silenciosas) y con la recreación de la época dorada de los orígenes del cine, “El artista” llega a la semana de los Oscars con diez candidaturas, merecidísimas todas ellas. La magnífica partitura de Ludovic Bource se adapta a los cambios que sufre el personaje del carismático Jean Dujardin, quien se gana a la platea de inmediato y a lo largo de toda la historia. Sumamente expresivo, al igual que la etérea Bérénice Bejo, sin decir una palabra logran recrear el ascenso y caída de un ícono de la pantalla grande.
El cine sonoro destruyó carreras, ridiculizó intérpretes y dejó a su paso decenas de actores que no pudieron adaptarse a los tiempos modernos. El cambio de paradigma de los realizadores y el refinamiento en los gustos del espectador hicieron que este arte evolucione de manera constante. “El artista” permite que varias generaciones que jamás vieron una cinta clásica descubran los primeros pasos de una maquinaria que en la actualidad sólo se conforma con improvisar las técnicas de las tres dimensiones.
Nuestra opinión: Muy Buena
No hay comentarios.:
Publicar un comentario