5 de diciembre de 2008

El niño con el pijama de rayas

Bruno, de ocho años, es el hijo de un oficial nazi cuyo ascenso provoca el traslado de la familia desde su confortable hogar en Berlín hacia un área desolada, donde el solitario niño no halla nada que hacer ni nadie con quien jugar.
Ganado por el aburrimiento, Bruno desoye las reiteradas órdenes de no explorar el jardín trasero y se encamina hacia la ‘granja’ que vio a una distancia cercana. Allí conoce a Shmuel, un niño de su edad que vive una existencia diferente y extraña del otro lado de la alambrada. Su encuentro con el niño del pijama de rayas (que es en realidad el uniforme usado por los secuestrados) conduce a Bruno desde la inocencia hasta una creciente conciencia del mundo adulto que los rodea, a medida que sus encuentros con Shmuel devienen en una amistad con devastadoras consecuencias.

“El niño con el pijama de rayas” contrapone el horror del holocausto con la insatisfacción de la familia de un oficial nazi, dos realidades completamente distintas: unos morirán, otros serán mudos cómplices de esas muertes. Aquí se apela a la inocencia y a una sensibilidad obvia para conmover a la platea y “concientizar” sobre los terribles hechos sucedidos en la Alemania de aquel entonces.

Si bien correcta, la puesta en escena opta por el clasicismo teatral y al maniqueísmo de los personajes. El encuentro con el niño preso en el campo de concentración se demora demasiado (se produce en el minuto 32), teniendo en cuenta que el metraje total no llega a la hora y media.

Producciones sobre las persecuciones judías hay muchas, “El niño con el pijama de rayas” es una propuesta fallida y rápidamente olvidable.

Nuestra opinión: n n n n n


Editorial Salamandra acaba de lanzar al mercado el libro que inspiró el film. El mismo ya puede ser conseguido en las principales librerías del país.

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