La camaleónica Tilda Swinton, involucrada con este proyecto por más de once años, es el centro magnético alrededor del cual gira toda la película. A lo largo de su carrera lo único impertérrito es su blanquísimo rostro anguloso, de ojos expresivos y profundos: por lo demás, sus peinados, acentos y demostraciones de virtuosismo se renuevan constantemente. Es más, la pátina de tonos elegidos y el look retro del vestuario permiten situar el relato tanto en el pasado como en la actualidad, momento en que de hecho acontece la historia.
Aquí Swinton interpreta a Emma, una inmigrante rusa radicada en Italia y establecida como parte de una burguesa familia dedicada a la industria textil. Los buenos modales y la aparente clama apenas se resquebrajan cuando el patriarca anuncia sus intenciones de legal el mando de la fábrica en su hijo y su nieto… si hay codicia encubierta es casi imperceptible. El dinero y una buena posición en el status quo no asegura cordiales relaciones familiares ni compra pequeños momentos de felicidad: Emma está a punto de descubrir nuevas sensaciones de la mano de Antonio, futuro socio de su hijo en un exclusivo restaurante gourmet de las afueras de San Remo. Es así que la infidelidad, el deseo, los mandatos, la homosexualidad y el inconformismo irán apareciendo en la vida de esta mujer, decidida y frágil a la vez.
Nuestra opinión: Muy Buena
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