Basada en la novela de Ángeles Mastretta –quien colaboró en la realización del guión- “Arráncame la vida” cuenta la historia de la joven Catalina Guzmán, de las relaciones y el poder entre hombres y mujeres. Estamos en Puebla, México, a principios de 1930. Allí, Catalina encuentra en Andrés, un hombre simpático y poderoso relacionado con el gobierno, una vía para salir de su pequeño mundo, de acceder a cosas más a la medida de su curiosidad y sus ganas de vivir. Está convencida que es el hombre ideal para comenzar una familia.
Pero las cosas no siempre son lo que aparentan, y tras años de ser solamente un objeto de satisfacción sexual y de descubrir cantidad de hijos bastardos y amantes desperdigadas por todo el país, Catalina está segura que su vida podría ser mucho mejor. Tras la muerte de su padre, y en un tiempo de calma en la relación con su marido, viajan a Ciudad de México. Será el momento en que sus vidas cambien para siempre: cuando ella entra al Palacio de Bellas Artes conoce al director de la orquesta, Carlos Vives. Vives es la contraparte de Andrés. Mas no será hasta que Catalina sufra en carne propia las consecuencias de ese poder arrollador que ostenta su esposo, que decida que no puede seguir siendo cómplice y víctima de ese poder.
Desde el inicio, el hecho de que se haya decidido adaptar la pieza literaria en su idioma original es un punto a favor, teniendo en cuenta la destrucción que se puede hacer del español como sucediera con El amor en los tiempos del cólera.
Esta producción mainstream apuesta a la voz de Ana Claudia Talancón (protagonista de la cinta) para ser una narradora fresca e irónica de aquellos datos, situaciones o pensamientos que no merecen ser expresados en imágenes.
La sexualidad, el momento de la adolescencia en donde se explora el cuerpo y se descubre qué es lo que nos provoca placer está bien plasmado, al igual que otros pequeños detalles concebidos desde el cuidadísimo diseño de producción.
Nuestra opinión: n n n n n
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