El maestro de ceremonias, o Emcee, como le gusta que lo llamen los “gringos”, nos da la bienvenida al Kit Kat Klub, un antro en
En el Kit Kat Klub, Cliff se adentra en el submundo del varietè berlinés y conoce a la cancioncista de poca monta y muchas ínfulas, Sally Bowles. Juntos celebran el año nuevo de 1930 que encuentra a Sally flamantemente despedida. Sin pensarlo mucho, ella se instala en la habitación de Cliff, a la vez que Schneider tiene su propio admirador, Herr Schültz, un próspero comerciante judío que la corteja diariamente con lujosos regalos: frutas exóticas de lugares tan lejanos como Hawai, todo un derroche para la depresión económica del momento.
La crisis incluye la amenaza de un siniestro movimiento político en el que nadie parece reparar. Ciertas uniones podrían traer inconvenientes si los nazis finalmente llegan al poder. Concientes algunos del terror que se cernirá sobre Alemania, las vidas de todos los relacionados con el cabaret darán un inminente vuelco: algunos sobrevivirán, otros escaparán, y ya nada será lo que fue.
Con la actuación casi omnipresente del genial Alejandro Paker, esta segunda temporada del musical creado por John Kander, Fred Ebb y Joe Masteroff, está llegando a su fin, colmada por la buena recepción, tanto de la crítica como del público. La incorporación de Karina K no pudo menos que aportarle energía a Sally, un personaje esencial y ya mítico debido a su versión cinematográfica.
Desde el minuto cero con la interpretación de “Willkommen” hasta el cortante, estrepitoso y angustiante final a cargo de Emcee y el resto de la compañía, Cabaret no deja de sorprender por su cuidada puesta en escena, su impecable diseño de iluminación, la ambientación del Teatro Astral y la actuación de todos los artistas en escena.
Nuestra opinión: n n n n n
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