Poder, dinero y sangre son los valores que los residentes de las regiones de Nápoles y Caserta deben enfrentar a diario. No tienen opción, son forzados a obedecer las reglas de la Camorra. Sólo unos pocos pueden atreverse a llevar una vida “normal”. El crimen organizado italiano es una empresa que produce guerra: las estadísticas indican que son responsables por la muerte de diez mil personas en los últimos treinta años (cuatro mil de ellos adjudicados directamente a la Camorra); además de ser uno de los bastiones de la economía europea con negocios estimados en los 150 millones de euros por año.
Los numerosos grupos que conforman la Camorra se reparten en áreas densamente pobladas, pero las fronteras de este reino invisible y sin límites se expanden día a día: no solo ganan dinero con el narcotráfico, las armas y la extorsión, también tienen intereses en los sectores de la construcción, industria textil, transporte, combustibles, turismo, alimentos, restaurantes, cines y bancos. La Camorra incluso ha adquirido acciones en la reconstrucción de las Torres Gemelas en Nueva York.
“La materia prima con la que tuve que trabajar en el rodaje de Gomorra era visualmente tan poderosa que simplemente la filmé del modo más franco y sencillo posible, como si yo fuera un transeúnte que pasa por allí casualmente. Considero que éste es el modo más efectivo de reproducir las sensaciones que experimenté durante el tiempo que pasé haciendo la película”, asegura Matteo Garrone, director de este film basado en el libro homónimo de Roberto Saviano.
Con una cámara inquieta que juega el rol de testigo de la historia, lo que resulta en ciertos planos no muy vistos en el cine comercial, definitivamente “Gomorra” no es una película popular sino más bien dirigida a un pequeño y selecto público.
Nuestra opinión: n n n n n
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