Juan Domingo Perón triunfó en las elecciones del 23 de septiembre de 1973 con casi el 62% de los votos, consagrándose por tercera vez presidente de la Nación. El fuerte apoyo electoral demostraba que la ciudadanía esperaba ingresar en una etapa de pacificación social y política. Sin embargo, cuarenta y ocho horas más tarde, el Secretario General de la CGT, José Ignacio Rucci, fue acribillado a balazos. Aquella ilusión chocó contra una realidad virulenta.
Rucci era Perón, y ese crimen fue la postrera evidencia de que el país no era tan simple de unificar, dada la violencia política desatada entre la derecha y la izquierda peronista. El horizonte de concordia que Perón imaginaba para la Argentina estaba marcado por las tensiones internas acumuladas, casi imposibles de saldar. Una prueba de la intensidad de la disputa ya se había reflejado el 20 de junio, en la llamada masacre de Ezeiza.
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