16 de mayo de 2012
El abuelo que saltó por la ventana y se largó
Momentos antes de que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson decide que nada de eso va con él. Vestido con su mejor traje y unas pantuflas, se trepa a una ventana y se fuga de la residencia de ancianos en la que vive, dejando plantados al alcalde y a la prensa local. Sin saber adónde ir, se encamina a la estación de micros, el único sitio donde es posible pasar desapercibido. Allí, mientras espera la llegada del primer coche, un joven le pide que vigile su valija, con la mala fortuna de que el autobús llega antes de que el joven regrese y Allan, sin pensarlo dos veces, se sube con el bolso, ignorando que en el interior de éste hay millones de coronas de dudosa procedencia.
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